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A mí también me fabricaron aquí, a mediados del siglo veinte, período en el que Argentina se mostraba como pionera mundial en el desarrollo de la maquinaria agrícola, por eso es que soy toda de hierro y chapa, mis antecesoras que se empezaron a fabricar en la fábrica Schneider allá por 1880, eran de hierro y madera.
Antes de que yo existiera la siembra al voleo se realizaba a mano.
Aquí, a mi lado, les presento a mi amiga inseparable la Rastra de Dientes. Ella se encargaba de refinar la tierra para que yo pudiera depositar las semillas, después de cumplida esta operación, volvía a pasar para taparlas.